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Uno De Cada Diez Niños Tiene Alergia Alimentaria

Uno de cada diez niños tiene Alergia Alimentaria

La alergia alimentaria es una emergencia que suele manifestarse durante los primeros minutos posteriores al contacto o ingesta del alimento responsable. Los síntomas suelen ser la aparición repentina de picor, urticaria, hinchazón de la cara, labios, lengua o garganta, que podrían acompañarse por una dificultad para respirar, sensación de mareo y bajada de tensión. También es común que se produzcan vómitos o diarrea.

Una reacción alérgica severa puede desencadenar una anafilaxia. De hecho, los alimentos son la causa más común de anafilaxia en niños, adolescentes y jóvenes. La mayoría de las reacciones alérgicas se producen por ingestiones accidentales fuera de casa, por lo que es de especial importancia tener un plan de emergencia para actuar ante la presencia de síntomas, sobre todo si hay riesgo de sufrir anafilaxia.
Según la Organización Mundial de la Alergia, uno de cada diez niños padece alergias alimentarias en los países desarrollados. La prevalencia ha ido aumentando en las últimas décadas, por lo que se habla en la actualidad de una “segunda ola de la epidemia de alergia”, y se traduce en más admisiones hospitalarias por anafilaxia en los últimos diez años.

¿Qué produce la alergia a los alimentos?

Estas reacciones se producen por la falta de tolerancia inmunológica a ciertas sustancias presentes en algunos alimentos, lo que desencadena una respuesta aguda mediada por anticuerpos específicos. La sensibilización a los alérgenos, esto es, la creación de anticuerpos de inmunoglobulina-E específica frente a los alimentos a los que se tiene alergia, se suele producir a través de la piel o del tracto digestivo.

Los alimentos que causan más alergias son la leche, el huevo, los frutos secos, pescado o marisco, además de otros como trigo, soja y algunas semillas como el sésamo. Los síntomas suelen aparecer desde edades tempranas tras la exposición al alérgeno y, en algunos casos como la leche y el huevo, es común que lleguen a desaparecer con la edad. Otros casos, como la alergia a frutos secos, suelen ser permanentes.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de una alergia alimentaria se realiza a través del examen de la historia médica, pruebas cutáneas, análisis de sangre y, en algunos casos, pruebas de exposición oral al alimento.

El tratamiento habitual es una estricta restricción de la ingesta del alimento en cuestión en la dieta del niño.
Una correcta educación es esencial para que los niños comprendan qué les pasa, qué les puede pasar y a reconocer cuales alimentos contienen alérgenos y evitarlos. Esta información también debe ser de interés y conocimiento por familias y personas a cargo de los menores, especialmente colegios y comedores.

Es fundamental que los niños, sus familiares y cuidadores, aprendan a manejar las alergias alimentarias, a reconocer sus síntomas y cómo responder ante una crisis de anafilaxia. En caso de exposición al alérgeno, es vital diferenciar si se está ante una emergencia leve o severa, ya que el tratamiento a seguir dependerá de esto.

Los niños que tengan riesgo de padecer una reacción anafiláctica, por padecer asma, alergia al maní, la leche o el huevo, u otras alergias alimentarias con historial previo de anafilaxia, deberán tener siempre a mano su botiquín con medicación de emergencia, el cual incluye epinefrina.

Su alergólogo debe identificar el alérgeno, enseñarle a identificar las fuentes de alimentos y etiquetas de productos posibles que lo contengan, y preparar el plan de acción frente a una emergencia, así como educar sobre el uso correcto de los medicamentos de emergencia que tendrá en el botiquín.

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